Pues sí, estimados lectores,mi nombre es David y en este pequeño apartado mi buen amigo Antonio ha tenido a bien permitirme
expresar las anécdotas más destacables que me han ocurrido durante mis más de ocho años de experiencia como expendedor en
una estación de servicio.
Creo que para empezar, sería curioso hacer un repaso al tipo de «fauna» que uno se puede encontrar como cliente,adelantando,
eso sí, estas importantes puntualizaciones:
a)Siempre hablaré de hechos reales, que me han sucedido a mí o a mis compañeros.
b)Estos clientes «extraños» son marginales, el 80 o 90 por ciento del resto de la clientela que he tenido la puedo considerar
como «normal».
c)Por muy minoritario que sea el número de esta extraña clientela, una visita de ellos puede muy bien chafarte el resto de la
jornada.
Una vez matizados estos aspectos, comenzamos con el primer tipo de cliente «extraño».
1.-El «Quinqui»:
Pues sí, amigos, el Quinqui actual poco tiene que ver con el denostado «Lute» y similares que podían llegar a justificar sus
actos en el hambre que pasaban. Los actuales, lejos de pasar hambre, tienen unas aficiones demasiado altas para sus
economías, que por lo general, distan mucho de ser la de un trabajador de clase media.(Ya que les suele dar repelús el
trabajo, todo sea dicho).
Estos individuos se reconocen por su vestimenta claramente andrajosa, pudiéndose vislumbrar (a veces) que en alguna ocasión
fue buena, y es que,en la mayoría de ellos, al estar metidos en el asuntillo de las drogas,se puede observar una dejadez
progresiva en lo que respecta a la ropa y a la higiene.
Bueno, dejando metáforas literarias aparte, observaremos que suelen lucir una serie de simbolismos tales como la hojita esa
de marras de la marihuana en pins, mecheros, llaveros y pegatinas en el coche, también suelen llevar tatuajes y , casi
siempre, les asomará por algún lado la efigie del Ché Guevara o la «A» de la anarquía, extremo tal que resulta irónico, pues
considero que la mayor parte de ellos carecen casi por completo de tales ideales, apropiándose de esas ideas solo en parte
para justificarse.
También se puede observar como, a medida que pasa el tiempo, sus coches van adquiriendo un peor aspecto, y que además, tardan
muchísimo en reparar las averías que les surgen ,¡si llegan a repararlas,claro!!
Suelen ir acompañados para racionar el uso del combustible hacia su camello habitual.
Por lo demás, ¡cuidado con el dinero que piden a la hora de repostar!, si esta cantidad fuera inusualmente alta para ellos
(más allá de 5 o 6 euros), conviene pedirles siempre por adelantado el dinero,y cuando les suministremos el combustible,
también cuidado por si nos pasamos en la cantidad que nos pidieron, ya que nunca tendrán dinero para pagarlas (lógico, tan
solo llevan encima el combustible exacto para llegar hacia su camello y el dinero para su dosis).
Cómo tratarlos y combatirlos:
Hay que tenerlos bajo estrecha vigilancia desde que llegan hasta que se van, vigilar siempre el surtidor para no pasarnos ni
una gota en su repostaje, pedirles siempre que lo veamos conveniente el dinero antes de repostar y pasar siempre primero la
tarjeta de crédito si nos quieren pagar con ella, también comprobar bien su identificación, no sea que la hallan pedido
«prestada».
Cuidado con prestarles dinero, puesto que si bien al prestarles una pequeña cantidad tienden a desaparecer para no devolverlo
( pensando nosotros que por unas monedas nos desharemos de su molesta visita para siempre), los hay que tienen ingentes
cantidades de cara dura y seguirán volviendo a repostar como si nada, punto en el que nosotros tenemos que hacernos los
inflexibles y decirles que si no pagan lo que deben, no se les volverá a repostar, se pongan como se pongan.
Anécdotas acaecidas con ellos:
Había un tipo que siempre repostaba uno o dos euros, ( me pregunto adónde iría con tan nimia cantidad de combustible). Una
vez lo tuve deambulando por la gasolinera durante media hora, se agachaba detrás de unos setos, entre las papeleras, bajo las
máquinas expendedoras de agua y café…¡hasta que encontró un euro! Acto seguido dobló la esquina, apareció empujando su
coche, me pidió un euro en gasoil y desapareció sin más.En su honor hay que decir que nunca pidió dinero prestado ni intentó
engatusarnos.
Tuve un cliente-quinqui que se mosqueó tela conmigo porque le dije que, antes de repostarle los 12 euros de gasoil que me
pedía, le pasaría primero la tarjeta. Que si era un abuso, que si me iba a denunciar, total, al final consigo salirme con la
mía, se la paso y…¡¡sorpresa, ni un duro tenía el tipo!!
Se fue aparentemente indignado pero volvió como siempre hacen, cabizbajos.
En una ocasión un ayudante que tuve le echó sin querer a un quinqui de los que iban de buen rollo 3 euros de más en su coche,
pues bien, este tipo tenía la extraña teoría de que no tenía que pagar esa cantidad, puesto que «el fallo era nuestro»,¡como
si la gasolina no estuviera en su depósito!Total, yo le dije al chico que paciencia, que más pagaría el quinqui a la larga.
En efecto, una de las veces le echamos gasolina de menos sin que se diera cuenta.. ¡y se quedó tirado,ja ja!! En otra ocasión,
y como no quitaba ojo de la máquina para que no le engañaran…¡¡le quitamos el tapón del depósito de su coche y se tuvo que
comprar otro por un importe que multiplicaba con creces los tres euros,bien merecido lo tenía!!
Siempre que un conocido quinqui-delincuente del pueblo venía a mi gasolinera a repostar lo hacía tan escaso que el coche anda
ba a trompicones.Pues bien, una vez le escuché decir a otro colega suyo que, de lo escaso que andaba siempre de gasolina, el coche se le paraba en determinadas curvas y cuestas…¡¡todo un peligro,oiga!!
En otra ocasión un quinqui de los que trabajaba vendimiando nos dejó 700 pts sin pagar entregando en prenda el d.n.i.Pues
bien, al año siguiente volvió,pagó las 700 pts y se fue sin el documento, ya que al llevar tanto tiempo en el cajón, en algún
momento se había extraviado.De todas maneras, si que tuvimos paciencia los primeros meses antes de que volviera, teniendo que
ver su careto todos los días cuando se habría el cajón,je je.
También tengo un par de anécdotas vinculadas a quinquis no drogatas, uno de ellos era un vejete que siempre, siempre, y digo
siempre, repostaba 5 miserables euros, además, !todos los santos días¡(¿Cobraría la pensión también a plazos?), total, que
en un despiste le eché 10 euros y me dijo que no llevaba suficiente, yo le dije que no había problema, que cuando los tuviera
, que los pagase.En fin, tardó en volver a aparecer 3 meses, y para eso fue un compañero mío el que le cobró la deuda al no
darle la vuelta de un billete de 10 que trajo cuando pidió, de nuevo, 5 euros. Este hecho no fue casualidad, el tío cabrón
no paraba a repostar cuando me veía a mí, y mi compañero le pudo cobrar en una visita que le hice cuando yo estaba de
descanso,!Hay que ver que tío más miserable¡.
Otro era un aparentemente honrado albañil de mi barrio, que me pidió prestadas quinientas pesetas para la moto…y todavía la
s estoy esperando,habiendo pasado eso antes del cambio de pesetas a euros¡¡¡¡Como nota destacable hay que comentar que aún
hoy, y después de reconocer su deuda cuando se lo recriminé, todavía me esquiva la mirada cuando me vé pasar, nunca entenderé
como un tipo se vende por tan poco, la verdad.
Bueno, por hoy ya me he explayado bastante, seguro que en sucesivos días recuerdo alguna historia más, de momento, me despido
hasta mi siguiente cliente-freak: «El autista».(Dicho sea sin ánimo de ofender a los pobres que de verdad padezcan este defecto congénito).